Parece lejano el 14 de marzo, ese día clave en que el Gobierno de España decretó el Estado de Alarma para contener las consecuencias del COVID-19. Mucho más lejanos los primeros contagios orientales de la enfermedad, aquella extraña pandemia de origen desconocido y que bajo ninguna circunstancia pensábamos que podría llegar a afectarnos. Lo hizo. Y de qué manera…
Después de muchas semanas de confinamiento, parones en las fábricas, comercios cerrados, trabajos a distancia y dudas interminables, la progresiva desescalada hacia la normalidad nos hace plantearnos cómo será el futuro inmediato post COVID-19. Nosotros somos optimistas y estamos seguros de que este desbarajuste nos va a hacer mejorar como sociedad. Y tú, ¿cómo lo ves?
Solidaridad en tiempos del coronavirus
La solidaridad es un valor que muestra sus mejores armas ante cualquier adversidad. Y de las muchas cosas positivas que podemos sacar de esta crisis sanitaria, una de las más visibles es la oleada solidaria que ha inundado los pueblos y ciudades del país. La cita diaria durante dos meses con el aplauso desde los balcones es solo una muestra de la sonrisa con que hemos asumido esta dramática situación.
Pero hay miles de ejemplos más: personas tejiendo mascarillas en su propia casa, taxistas ofreciendo transporte gratuito a personal sanitario, artistas dando conciertos en streaming, voluntarios imprimiendo material sanitario en 3D o vecinos ofreciendo hacer la compra a quienes no pueden salir de casa.
Sin duda, pequeñas pinceladas de altruismo, generosidad y entereza que demuestran que el ser humano es un ente social y que, en momentos de flaqueza, se organiza para vencer cualquier contratiempo. Nosotros nos quedamos con eso. Y, cómo no, con los testimonios de nuestros amigos y clientes confirmando que, de una u otra forma, saldrán adelante. Como siempre, luchando unidos.
El COVID-19 en las oficinas de keyB
En keyB, por supuesto, también nos ha afectado esta crisis. Por suerte hemos seguido trabajando desde casa, haciendo uso de los servicios de teletrabajo que normalmente implantamos a nuestros clientes, y hemos aprovechado para ofrecer formación en este ámbito. Los trabajos presenciales apenas han tenido incidencia estos meses, más allá de algún servicio urgente que nuestros técnicos han solventado con las medidas de seguridad pertinentes. Así que hemos tenido tiempo para ordenar ideas y trazar planes de futuro. Somos un sector con suerte…
Nos sentimos orgullosos, además, de que la tecnología haya servido para superar algunas consecuencias del coronavirus. Estamos en contacto con nuestros seres queridos y podemos darles un abrazo virtual gracias a aplicaciones de videoconferencia. Se ha podido eludir el parón total de muchas empresas estableciendo protocolos de teletrabajo, impensables hace pocos años. Y las nuevas formas de comunicación por internet nos han permitido, como decíamos antes, asistir a un concierto de nuestro cantante favorito, ver una exposición en el Museo del Prado o visitar las ruinas de Petra. Confinados, sí, pero conectados…
El futuro de la sociedad más allá del COVID-19
Parece claro que no todo volverá a ser como antes. Al menos, no de forma inmediata. Tendremos que acostumbrarnos ausar la mascarilla, respetar el distanciamiento social o evitar las aglomeraciones. Pero, si nos detenemos a valorar otras cosas como la salud, la posibilidad de estar con quienes más nos importan o la fuerza de un recuerdo compartido… ¿qué nos cuesta acostumbrarnos a lo anterior?
No cabe duda de que el COVID-19 supondrá un cambio de era impulsado por las nuevas tecnologías. Lo digital se ha impuesto definitivamente sobre lo analógico, por muchos nostálgicos del papel que queden… y quedarán. El teletrabajo será una realidad cotidiana en muchas empresas, mejorando la conciliación familiar. Nuevas plataformas y redes internacionales nos permitirán aumentar las relaciones comerciales de forma segura y más cercana.
Puede que también tratemos de cuidar un poco el medio ambiente, tan descuidado últimamente, que emigremos a una movilidad más sostenible o que volvamos a la compra de proximidad, valorando lo local y mimando nuestras relaciones vecinales. No pinta mal, ¿verdad?
Nosotros apostamos también por un cambio en lo emocional que nos haga valorar una risa, una reunión familiar o una simple comida cocinada a fuego lento. ¿Te apuntas a ese nuevo futuro?
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